Después de unas vacaciones de verano a menudo llenas de largas caminatas y una presencia constante en casa, el regreso a la rutina puede ser un verdadero cambio para tu perro. El cambio repentino de una vida diaria llena de interacciones a largas horas de soledad puede a veces llevar a la ansiedad, ladridos o comportamientos destructivos.
La clave está en una transición gradual. Antes del regreso, acostumbra a tu compañero a estar solo durante unos minutos, luego aumenta gradualmente la duración. Evita despedidas demasiado dramáticas: sal y regresa con calma, sin ritualizar la ausencia.
También piensa en enriquecer el entorno: un juguete dispensador de golosinas, una alfombra para cavar o incluso una lista de reproducción relajante para perros pueden mantenerlos ocupados y tranquilos.
Finalmente, prioriza paseos de calidad antes y después del trabajo: déjalo olfatear, correr e interactuar. Esto le ayudará a gastar energía y esperar con más calma tu regreso.
El regreso a la rutina es un desafío tanto para los humanos como para los perros, pero con un poco de anticipación y paciencia, también puede convertirse en un momento de ajuste positivo.